Elena

Elena

martes, 21 de octubre de 2014

¿Cómo manejas los sentimientos propios y ajenos?

¿Alguna vez has experimentado que ante la presencia de una persona puedes cambiar tu estado de ánimo? No necesariamente porque ese personaje en cuestión te desagrade o tenga mayor interacción contigo, sólo por el hecho de estar físicamente cerca de ti o por haberle traído a tu pensamiento.

¿En alguna ocasión has querido ayudar a alguien y de repente compartes su sentimiento de tristeza, enojo, desesperación de una forma intensa y aún cuando esta persona se va te sigues sintiendo así?

Como seres humanos, tenemos la enorme capacidad de experimentar diversos sentimientos, si partimos del punto que todos estamos conectados, no suena tan descabellada la idea de compartir los sentimientos ajenos, es aquí cuando se va más allá de la compasión y uno trata de "resolver" o cargar las penas ajenas... 

Ser empático puede ser muy útil siempre y cuando sepas distinguir lo que es tuyo de lo que es externo; es entonces cuando dejas de reaccionar y comienzas a accionar e inclusive puedes ayudar a los demás.

Sentir enojo, tristeza, desesperación, ansiedad es perfectamente normal, todos y cada uno de nuestros sentimientos nos traen un mensaje valioso de cómo percibimos nuestro entorno, la cuestión aquí no es ignorarlos, sino al contrario, reconocerlos, darles su lugar en nuestra atención y lo más importante dejarlos ir. Además esta información, está despertando tu conciencia, cosa que te permite tener más control sobre tu vida y sanar cosas que estaban pendientes o iniciar proyectos que pueden hacerte bien.

Como experiencia personal, hace poco me desperté sintiéndome muy triste, como hacía mucho no me pasaba. Lo primero que vino a mi mente fue el bendito ego con la idea de "tienes que deshacerte de esto, de lo contrario atraerás cosas tristes a tu día" (Ese ego tan hábil en presentarnos un panorama desalentador), así que mi primer recurso fue: "Queridos ángeles, gracias por ayudarme a elevar mi vibración", lo que generalmente funciona, sólo que ahora estaba tardando un poco más...

Después de un rato tuve oportunidad estar frente al espejo y me vi ojerosa, muy triste y sólo pensé, esta no soy yo...Y no fue hasta que tuve la oportunidad de hablar con una amiga que caí en cuenta que en realidad el sentimiento de tristeza era real, mas la fuente no provenía de mi; cuando despertó mi conciencia, fue más sencillo sacudir esa emoción de mi sistema.

Pero ¿cómo poder reconocer lo que es mi sentir del sentir de los demás? Quizás con personas relativamente ajenas a nosotros es más sencillo, pues la empatía es relativamente lejana; más cuando se trata de seres queridos, a veces esto puede ser confuso; una herramienta que creo que es como un remedio para muchos males, es la meditación.

En ocasiones cuando menciono esta palabreja muchos se quedan así de: "Si ajá", "qué flojera", "yo no puedo quedarme quiet@", "es que yo no sé"... En realidad la esencia de meditar, inicia en esa conciencia de habitar tu cuerpo, en el presente, en este momento, permitir que tu piel, tu respiración, y cada sentido te de información de lo que está pasando en ese momento: cómo se siente estar sentado, cómo se siente la tela de tu ropa, si hace frío o calor, qué se escucha, cómo se siente el aire cuando pasa por tu nariz, qué ven tus ojos... pero sólo en ese instante. La mente es muy hábil y aprovechará para enviar miles de pensamientos de lo que hiciste, lo que está pendiente, que si los hijos, y el trabajo y bla bla bla..., pero si te mantienes concentrad@ en lo que estás sintiendo en ese momento, aún cuando estés en movimiento, poco a poco la mente irá bajando el volumen. Al principio puede sonar complicado, pero si eres tenaz, verás como van cambiando las cosas. Una vez que logras poner la atención en lo que te dicen tus sentidos únicamente, notarás que también hay emociones combinadas con algo físico, algunas quizás no habías reparado en ellas, quizás ganas de llorar o quizas tensión en la quijada u hombros, fruncir el seño, etc. Todo eso está conectado directamente con un sentimiento, si puedes dale un nombre, el primero que venga a tu mente es correcto, reconócelo, pregúntate cuál es la fuente, sin prisas, sin forzar ni juzgar, sólo observa, verás como poco a poco esa emoción irá cambiando, inclusive diluyéndose.

 Si te das la oportunidad de hacer este ejercicio con frecuencia, verás que cada vez requieres de menos pasos para entender lo que sucede y será más fácil soltar esos sentimientos.

Imagen fuente: facilisimo.com

Sat Nam!



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