Querida cama, delicioso refugio,
muchos esperan la hora de llegar a ti.
Te inundas de sueños, realidades,
risas, tristezas, amor y desamor.
Eres tan importante que todos pasamos
momentos esenciales de nuestra vida contigo: salud, enfermedad, vida y muerte.
Querida cama desde ti aprendí la
importancia de la libertad, uno puede convertirse en su propia prisión o en su
mejor amigo.
En ti, aprendí el gran poder de la
paciencia y la observación, valoré y entendí que las personas que te aman
estarán contigo, al pendiente de ti; quizás la forma en que algunos expresan su
amor a veces no es perfecto, pero si real.
Desde ti reafirmé la existencia de
Dios, además de tener muchas oportunidades de hablarle y compartir lo que había
en mi interior.
Junto a ti me hice amiga de los
libros, mis cómplices y agente de viajes favoritos.
Aunque no tuve oportunidad de fortalecer
mi cuerpo, no tuve más remedio que ejercitar la imaginación y reforzar el
espíritu.
Después de un tiempo
definitivamente te odiaba, pero también me ayudaste a despertar el coraje de
salir adelante y buscar mis sueños.
Por ti me di cuenta que el mundo
material es meramente circunstancial, nada puede detener ni al amor, ni al
tiempo, ni a una voluntad sólida
En ti sentí miedo, dolor, tristeza,
amargura, ilusión, ternura, amor y fraternidad.
Tan sólo te pertenecí durante 6 meses
sin poderme separar ni un instante de ti y cuando tienes 12 años eso es una
eternidad, mas después de ese tiempo, lo mejor fue que decidí pertenecerme a mí.
Querida cama, no te culpo, todos
tenemos enseñanzas en la vida, situaciones que para algunos pueden ser más o
menos difíciles, pero de las que hay que aprender; a mí me tocó contigo hay
quienes las tienen con una pareja, un hijo, un trabajo, etc.
Lo mejor de todo es que vuelvo a
ti cada noche, sabiendo que al día siguiente podré levantarme y seguir el
camino.
Bendigo y agradezco tus
enseñanzas.
Sat Nam!
(Fuente imagen:Hora Buena)
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